martes, 19 de marzo de 2013

Todos a la par


Día a día podemos observar como la sociedad actual en la que vivimos impone una serie de normas. Poco a poco nos van dictando todo aquello que “está bien”, lo que debemos hacer, ver o escuchar. Hemos llegado a tal extremo, que nos encontramos con una carencia de libertad.

Hoy en día, una adolescente mientras habla con sus propios amigos se ve coaccionada a mentir y a ocultar sus verdaderos gustos e intereses. Pongamos un ejemplo, si a esta chica le gustase determinado cantante o grupo musical que estuviese asociado en la actualidad con lo “friki” (como podría ser Hannah Montana o Justin Bieber, aunque todo depende de la edad y el entorno), esta adolescente se ve casi obligada a ocultarlo y a mentir sobre ella misma y, diría que le gusta cualquier otro cantante más popular entre su círculo de amigos.

Todo esto se puede relacionar con todo aquello que nos rodea, no solo con la música. El contenido al que nos exponemos cuando vemos la televisión, la ropa con la que vestimos, la forma en la que hablemos o incluso el teléfono móvil que llevemos, condiciona la manera en que los demás nos miraran o sobre lo que se pensara de nosotros. Y al fin y al cabo, las primeras impresiones cuentan, y mucho. Las personas nos esforzamos día a día por encajar en una sociedad cada vez más selecta y opresiva.

Con todo ello, renunciamos a ser nosotros, renunciamos a nuestra libertad. Cuando tenemos que fingir quienes somos, incluso ante las personas en las que supuestamente confiamos, estamos abandonando la posibilidad de tener una personalidad definida, de ser individuos y de formar y definir la cultura y la sociedad en la que vivimos. La individualidad, las personalidades dispares, los puntos de vista diferentes, todos aquellos rasgos que nos hacen ser distintos, que nos hacen ser únicos, son los que definen nuestras vidas, nuestros momentos, la época en la que vivimos. Serán la historia del mañana. Confiar en un mismo, defender los propios ideales y principios es algo que debería primar, algo que por desgracia se ha olvidado y cae rendido y a los pies de la comodidad.



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